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sábado, 15 de marzo de 2025

En el mar de la vida, la astucia, el valor y los principios, siempre pesan más que la artillería



Cápsula naval 

Por: Homero Luis Lajara Solá 

En 1741, la bahía de Cartagena de Indias se convirtió en el escenario de una de las gestas más épicas de la historia naval. 

La Royal Navy inglesa, en su momento la más poderosa del mundo, lanzó un asalto con 180 navíos de guerra y 27.000 hombres bajo el mando del almirante Edward Vernon. 

Enfrente, con solo 6 barcos, 3.600 hombres y su astucia marinera, el teniente general, de la Armada española, Blas de Lezo, un marino curtido en mil batallas, les demostró que la victoria no depende del tonelaje de los barcos ni del número de cañones, sino de la capacidad de leer el viento, conocer la mar y, sobre todo, desafiar al destino con audacia y estrategia.

Lezo; cojo, manco y tuerto, pero con un templo de hierro, utilizó las corrientes, las baterías costeras y el urbanismo de Cartagena como armas de defensa. 

Su inteligencia táctica convirtió cada calle y cada fuerte en un bastión inexpugnable. La flota británica, confiada en su superioridad, se desgastó en ataques infructuosos hasta retirarse humillada. 

El almirante inglés Vernon, que ya había acuñado monedas celebrando una victoria anticipada, tuvo que tragarse su arrogancia.

Las Armadas del mundo deben recordar que un comandante que entiende el océano, sabe maniobrar con la marea alta y conoce sus fortalezas y debilidades, puede desafiar cualquier tempestad y cualquier enemigo. 

La historia del teniente general de la Armada, Lezo, es un faro que sigue iluminando la estrategia naval: en el mar de la vida, la astucia, el valor y los principios, siempre pesan más que la artillería.

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