La Organización de Naciones Unidas (ONU), está por aprobar un Pacto que en vez de orden crearía un mayúsculo desorden en el mundo.
Para los días 10 y 11 de este diciembre de 2018 en Marruecos, se conocerán opiniones y se firmará un Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular.
La ONU no puede querer solucionar un viejo y permanente problema, obligando a países firmantes a que acojan migraciones humanas necesitadas de alimentos, educación y atenciones médicas.
La ONU no debe abogar por la existencia de migraciones desde países con sistemas arcaicos y gobernantes corruptos.
Ni porque se les abra paso, se les reciba bien, se les documente legalmente, se les cree empleos, se les acepte en la sociedad y solo se les deporte como medida de último recurso.
La ONU lo que debe es condenar sistemas arcaicos y casi siempre antidemocráticos; debe denunciar a gobernantes y líderes corruptos; debe aislar a países donde no se respeten las libertades, los derechos humanos y la sagrada misión de cada quien vivir con dignidad en el territorio propio.
No se resuelve nada, y sí se crean o impulsan nuevos problemas, cuando vemos las migraciones de Africa hacia España, Italia y Grecia, por ejemplo.
Como tampoco se avanzaría en la isla Española o de Santo Domingo el permitir que millones de haitianos enfermos, insalubres e iletrados crucen la frontera para residir en R.D.
Pues tanto Haití como República Dominicana son países muy pobres, con ínfimos PIB; desnutrición alarmante; enfermedades a flor de piel; escasez de recursos humanos y económicos.
En Dominicana ya llega a los dos millones el número de haitianos sin papeles legales. Ellos hablan otro idioma (francés), o jergas como el Creole y el Patois. Tienen costumbres muy diferentes a las de los dominicanos, al igual que preferencias por música, religión o alimentos.
La ONU no debe alimentar migraciones de un país muy pobre a otro pobre, donde se hacen esfuerzos para superar dolencias e injusticias.
La ONU no debe obligar a ningún Estado a suministrar alimentos, educación, salud y medicinas a otros, en perjuicio de sus propios y necesitados ciudadanos.
La ONU no debe desarropar un país para vestir a otro.
La ONU no debe abogar para que existan migraciones de ningún tipo, sino para que gobiernos, sistemas y gobernantes trabajen por sus propios territorios y gentes.
Haití, Cuba, Puerto Rico, Bahamas, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, República Dominicana y otros países de nuestra región, pasan hoy por cruciales problemas humanos.
Millares de personas de estos países quieren emigrar, se arriesgan a emigrar a costa de sus propias vidas; desean conocer países donde se trabaje y se viva con dignidad y en libertad.
Porque algunos gobernantes de esos países solo trabajan para ellos, familiares, funcionarios y amigos. Y dejan sin tierras, sin cultivos, sin escuelas, sin hospitales, sin medicinas y sin alimentos a las grandes mayorías.
Es a esos malvados gobernantes, civiles y militares, a quienes la ONU debe enfrentar, debe denunciar y debe excluir de sus poderes y países.
Al Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular el gobierno de la República Dominicana debe decirle NO.
Porque solo traería más penurias, más pobreza y más enemistad en la Isla. Y ningún gobierno que se respete puede trabajar pensando en alcanzar esos ‘logros’.
La República Dominicana no puede ser más solidaria de lo que ha sido con Haití, a menos que no quiera colapsar por igual, quedarse sin tierras por cultivar, sin ánimo para subsistir, sin amor por su Himno, su Escudo, su Bandera y por sus fundadores, patricios y hombres -héroes que dieron sus vidas para que hubiera patria.
La República Dominicana no debe firmar ese Pacto, aunque lo hagan los restantes países miembros de la honorable Organización de las Naciones Unidas, donde en breve tiempo la RD ocupará un asiento en uno de sus organismos.
Y si R.D. ya lo firmó sin conocer el fondo de sus objetivos y perjuicios, pues no debe ratificarlo ahora en Marruecos.
La ONU no puede aspirar a un ORDEN mundial permanente, provocando un DESORDEN mayúsculo inesperado y absurdo.
(El autor es periodista, abogado y escritor).
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