Roberto Valenzuela
Como se ha pretendido alegar, nuestro anterior relato,
en que explicamos que la Guerra de la Restauración no inició el 16 de agosto de
1863, no procura quitar méritos a los héroes, fechas, comunidades que la
mayoría de la población conoce. La idea es hacer justicia con otros olvidados
próceres y poblados que se levantaron: Moca, San Francisco, El Cercado, Neiba,
Las Matas de Farfán. Estos valerosos pueblos se levantaron mucho antes del
“Grito de Capotillo”, ubicado en Dajabón, en la línea fronteriza.
Sobre
el amotinamiento de San Francisco, que es el primer ejemplo de patriotismo en
contra de la anexión a España, es poco lo que se sabe o se dice, en lo relativo
a sus protagonistas. Y de la valiente Moca hay un montón de fábulas
sobre el líder militar que encabezó la lucha, José Contreras (José del Carmen
Contreras y Alonso). Nació en Montecristi y desde niño, con su padre, se
estableció en Moca. En la Guerra de Independencia, con apenas 18 años, logró el
grado de coronel, señala el historiador Emilio Cordero Michel.
Un
dato poco conocido en la lucha para restaurar la independencia de la República
es que a partir del levantamiento liderado por Contreras se le llamó
a Moca la Villa Heroica, según aclara Cordero Michel.
La
periodista Ángela Peña explica que sobre Contreras los historiadores
sólo han recogido mitos y leyendas, como el absurdo de que era ciego. “No era
ciego, ni viejo, ni pobre cuando se embarcó en la empresa de dirigir la toma de
la Fortaleza de Moca junto a un grupo de patriotas el memorable 2 de mayo de
1861”, agrega en un reportaje en el diario Hoy. Tenía 35 años cuando asaltó la
plaza, según él mismo declaró horas antes de ser fusilado.
Peña
explica que Cordero Michel es probablemente el único que ha profundizado en las
investigaciones sobre Contreras, rescatando documentos como una voluminosa
sumaria del juicio que se le hizo a los participantes en la rebelión, con datos
personales de cada uno: sus nombres, edades, lugar de residencia, color,
actividad económica. Obtuvo copia de su testamento, que se encuentra
en el municipio de Moca, y que fue rescatado por el exsíndico de Moca, el
ilustre Rubén Lulo Gitte.
Michel
considera que hay pocas referencias del activo revolucionario, pues “existe un
desconocimiento casi absoluto sobre el movimiento conspirativo del 2 de mayo de
1861, porque nuestros historiadores se han limitado a repetir a José Gabriel
García, a Pedro María Archambault y a otros, sin hurgar en la fabulosa
documentación…”
José
Contreras, a su juicio, era un hombre de valor, íntegro en su pensamiento, que
tuvo en cuenta a sus amigos y hasta pensó en las deudas contraídas, al momento
de su fusilamiento, como se revela en su testamento.
Esa
fue la razón por la que el Presidente Santana, artífice de la anexión a España,
actuó con mano fuerte, se presentó al Cibao y dio instrucciones de proceder
drásticamente y, aunque hubo solicitud de perdón para los revolucionarios,
ordenó el fusilamiento de los cuatro dirigentes por ser estos altos militares.
A los otros los condenó a muchísimos años de prisión. Junto a José Contreras
cayeron en el improvisado paredón, que fueron las paredes del cementerio de la
localidad, José María Rodríguez, Cayetano Germosén e Inocencio Reyes.
Para
Cordero Michel, Contreras tiene el mérito sublime de haber sido primero en el
intento de la lucha armada contra los españoles en un momento en que no había
condiciones para ello. Por eso también fracasaron, poco tiempo
después, Francisco del Rosario Sánchez, Eugenio Perdomo, Santiago Rodríguez y
otros.
El
juicio sumario, sin apelación, ordenado por Santana contra José Contreras y sus
acompañantes paró por el momento cualquier intento de revuelta. Esto fue
seguido, semanas después, por el fusilamiento de los
denominados “Mártires de El Cercado” (Sánchez y sus compañeros revolucionarios).
Ángela Peña, además de periodista del diario Hoy, es investigadora del Archivo
General de la Nación (AGN).
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